Por Hugo Frühling

¿Cuándo se reforma la policía?

¿Cuándo se reforma la policía?

El Gobierno de Chile ha lanzado un conjunto de reformas a Carabineros, donde hace suyas muchas de las propuestas preparadas por una Comisión de Reforma Policial convocada por el senador Harboe, dadas a conocer en enero. Para ello, el ministro Blumel reconoce que en esa definición juegan un rol esencial las críticas a la actuación policial provenientes de organismos de derechos humanos, así como hechos anteriores que señalaban la ocurrencia de fraudes y manipulación de pruebas en Carabineros. El ministro definió ante el Senado diversos ámbitos de trabajo que formarán parte de la reforma entre los que se cuentan: control del orden público, especialización preferente de ambas policías, sujeción a la autoridad civil, mejora de la gestión institucional, probidad y control de conductas indebidas, formación policial e inteligencia.

La magnitud de la tarea es significativa y trae a cuento un reciente artículo académico de la profesora Yanilda González. La autora explica las dinámicas de las reformas policiales en América Latina. En general, la reforma policial aparece en el debate político a causa de algún escándalo o abusos por parte de las fuerzas de orden. Eso es coincidente con lo ocurrido en Chile. Pero la mera publicidad de ese evento no garantiza los cambios institucionales que se requieren. Para los gobernantes, resulta muy difícil prescindir del apoyo de las policías para gobernar, dado el papel fundamental de la institución policial en la mantención del orden legal. Por ello, las reformas se lanzan sólo cuando las preferencias por una reforma se consolidan en el electorado, que apoya intervenciones profundas de la policía. Cuando esas preferencias se dispersan, el proceso se debilita o fracasa. Eso ocurre, por ejemplo, cuando el frente proreforma se fragmenta y divide entre quienes sostienen la necesidad de una policía más sujeta al mando civil y los que abogan por mayores atribuciones policiales para combatir el crimen.

Esto obliga a debatir no sólo el contenido del cambio, sino cómo producirlo.

¿Cómo producir el cambio?

Los cambios que se requieren obligan a un trabajo intenso y decidido. Existe un conjunto de áreas que requieren de diagnósticos profundos e independientes que no existen, proyectos de ley (algunos de los cuales ya fueron presentados al Congreso), modificaciones reglamentarias, gestión política e implementación de proyectos reealizada con claridad estratégica. Todo esto convocando a la policía.

Ante lo anterior, es necesario definir con claridad qué se desea realizar, qué es prioritario desde la perspectiva del cambio democrático y, sobre todo, imaginar la relación de causa a efecto entre ciertas medidas propuestas y el cambio fundamental en Carabineros.

Aquí parece útil distinguir entre las diversas dimensiones y áreas de trabajo definidas por el gobierno, y clasificarlas en función de objetivos y prioridades para la reforma, pues se trata de aprovechar la ventana de oportunidad que se presenta en la actualidad.

Como veremos, hay temas que pueden ser muy importantes, pero que no forman parte de la reforma institucional profunda a la que aspiramos.

Primera prioridad: dentro de la reforma como un todo, son prioritarias las medidas que probablemente producirán una rendición de cuentas efectiva por parte de la policía, cambios culturales en la organización y una supervisión civil efectiva. Primero, porque van a la vena de los problemas detectados, segundo porque la ventana de oportunidad para realizarlas en serio no es muy grande. Aquí deben entrar las dimensiones: sujeción a la autoridad civil, control de conductas indebidas y la formación policial. Sería posible considerar carrera policial, siempre que se dirigiera en el sentido de priorizar el mérito y avanzar a un aplanamiento de diferencias entre suboficiales y oficiales. Existen ya algunas propuestas sobre la mesa, pero requieren detalle y definición precisa.

Segunda prioridad: aquí se encuentran dimensiones dirigidas a una mejor gestión de la policía, para cumplir con sus fines específicos de control del crimen.

Es muy improbable que resulten en modificaciones de la cultura organizativa, porque pueden efectuarse sin cambios en los valores prevalecientes en la institución. Buscan mayor efectividad y una mejor relación costo efectividad de funciones. Aquí entran dimensiones como la especialización de funciones entre ambas policías, inteligencia, mejora de la gestión institucional. No discutimos su relevancia, pero no responden a las falencias que gatillan la reforma y, por otra parte, siempre habrá apoyo transversal a mejorar la gestión para controlar el crimen. En consecuencia, no debería haber dificultad para conseguir apoyo posterior a estas medidas.

Las medidas tácticas: se trata de medidas que han recogido los medios de comunicación y nos parece muy importante que no se confundan con los aspectos estratégicos de la reforma. Lo táctico alude a que se trata de métodos operativos dirigidos a obtener objetivos concretos. Dichos objetivos pueden ser muy importantes, pero difícilmente definirán el norte hacia el que se dirige la organización policial. Temas como las tácticas del control del orden público que abarcan sólo a las Fuerzas Especiales o el uso de tecnología para apoyar el trabajo policial pertenecen a esta categoría. A este respecto, el trabajo del Ministerio del Interior y la policía son muy importantes, pero no deben confundirse con la estrategia de la reforma.

Por Hugo Frühling, Director del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

Columna publicada el 30 de abril de 2020 en La Mirada.

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de su(s) autor(es) y no necesariamente representan al Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.